Los fotodiodos que captan la luz y hacen posible la fotografía digital únicamente son capaces de registrar la cantidad de luz –de todos los colores- que les llega. Para resolver el problema de registrar el color, Bryce Bayer creó la matriz de filtros que lleva su nombre. Los píxeles, de este modo, sólo reciben una parte de la luz y son capaces de interpretar el color. Por esta innovación, presente en la gran mayoría de las cámaras digitales ha recibido este año el premio anual de la Royal Photographic Society inlgesa al desarrollo tecnológico.
El problema es que al hacer esto, se está perdiendo una parte de la información, y así, un sensor de 8 megapíxels, sólo tiene 2 sensibles al rojo, 2 al azul y 4 al verde. Para obtener la información del canal rojo en los 6 megapíxels restantes, debe hacerse una estimación, pero esa información, por decirlo de un modo sencillo, es ‘inventada’. Para superar esta limitación se han probado diferentes estrategias, desde sensores con tres fotodiodos por píxel como el Foveon, que filtra la luz por capas al igual que lo hacen las películas fotoquímicas, hasta sistemas de espejos semitransparentes. Hasselblad acaba de presentar la evolución a 50 megapíxels -la H3DII 50– de su propio sistema, aplicable sólo en condiciones de estudio muy concretas, pero bastante ingenioso en su idea.
Para no tener que ‘inventar’ la información de los píxeles, toma cuatro imágenes desplazando el sensor la distancia correspondiente a un píxel en vertical y horizontal, rellenando de ese modo los huecos. Naturalmente las condiciones de iluminación deben ser las mismas, el objeto estático y el soporte de la cámara no debe permitir el más mínimo movimiento o las cuatro imágenes no casarían, pero en esas condiciones, la imagen obtenida tiene mucha más resolución real, permitiendo ampliaciones mayores.
Al igual que con el sistema Foveon, existe cierta polémica sobre cuanta es la diferencia con un sensor Bayer, si el hecho de tener 4 veces más información equivale a 4 veces más resolución, y haciendo ampliaciones en papel –el destino final de las fotografías- parece que la realidad se acerca más a 2 veces, lo que no es poco cuando estamos llegando al límite físico de la óptica.
Publicado por Félix Sánchez-Tembleque | wiggin