Aquí el campamento era sólo para nosotros, y se trataba de un claro en mitad de la sabana con un grupito de acacias y un pequeño recinto para cocinar. Allí plantamos las tiendas y no pudimos evitar hacer la pregunta del millón a nuestro guía: ¿que narices impide que una hiena o un león se peguen un festín a nuestra costa cualquier noche? la respuesta no nos dejó nada tranquilos. En realidad nada, de hecho estamos en mitad de su habitat incordiándoles y es habitual que su camino les lleve a cruzar nuestro campamento durante la noche. Un par de consejos básicos. En cuanto anochezca, no te alejes de la zona iluminada sin linterna (la luz no les gusta), y si necesitas ir al baño durante la noche te aguantas, no se te ocurra salir de la tienda ni loco hasta que oigas a los guías. El que haya oído el rugido de un león a unos pocos metros dentro de una tienda de lona, no lo olvidará en su vida. Ni tampoco volverá a dormirse esa noche, probablemente. Yo lo oí. La otia, tú.
Los ves acechar, desplegarse por la sabana, otear el horizonte desde los inmensos termiteros buscando presa, lo ves cazar, y devorar después su víctima, mientras el resto del rebaño atacado los vigila a pocos metros con cara de susto y de alegría por no ser ellos los que han caído. Es realmente impresionante, y una de las experiencias visuales más fuertes que nunca haya disfrutado.
Una jirafa se acicala en el Lago Manyara
Precioso ejemplar en el Serengeti
Cachorros curiosos en el Serengeti
Aquí en el Serengeti disfrutamos de una escena digna de un documental de los buenos. Una pareja de leonas había atrapado un impala, y un grupo nutrido de hienas se estaba acercando poco a poco, cada vez más numerosas y menos tímidas. Dicen que con una proporción de tres a uno los leones tienen las de perder, y las hienas ya rozaban esa cantidad. Entonces vimos como las dos leonas enganchaban a su presa y poco a poco la acercaban hacia el único árbol de la zona, como buscando protección, árbol cerca de donde casualmente…. ¡estabamos aparcados! no me lo podia creer… metro a metro fueron cubriendo la distancia que los separaba de nosotros mientras las hienas iban perdiendo el miedo por momentos. De pronto entendimos por qué las leonas no hacían frente a las hienas y buscaban refugio bajo el árbol. ¡No estaban solas! detrás de ellas aparecieron entre las hierbas altas nada menos que 7 cachorros que las seguían en ordenada hilera!.
Una de las leonas del Serengeti nos vigila junto a su cachorro
Tres metros de cocodrilo en el Seronora. PN Serengeti