Como digo, Venecia es un lugar para ver, en cada rincón hay algo que llama la atención y que merece la pena una parada aunque sea para sacarle una foto.
Embarcadero, mientras ibamos en vaporetto
Un sitio que debemos visitar, aunque sólo sea para gastarnos los cuartos, es la isla de Murano, como dije al principio famosa por sus artesanos del cristal. Fue en la década de 1500 en la que las técnicas de soplado y fusión se desarrollaron de forma extraordinaria y tal era el secreto de estas técnicas que sus artesanos sólo podían emigrar de la isla bajo pena de muerte. Allí podremos disfrutar de forma gratuíta de la demostración en vivo de la fabricación del vidrio.
Artesano soplando vidrio
Una segunda isla que visitar es Burano, aquí lo típico son los encajes de bolillos y si Murano está lleno de tiendas de objetos de cristal, Burano hace lo propio con los encajes. Cuenta la leyenda que hubo un marinero que tras resistir el canto de las sirenas fue obsequiado con un mágnifico velo de espuma mágica para su novia, mas tarde convertido en encaje. Realmente la isla aunque no tengamos interés en el encaje de bolillos merece la pena. Si en Venecia todo resulta en cierto modo decadente, en Burano parece que estamos en un cuento. Las casas son de planta baja y de vivos colores y el cartero va alegremente cantando y repartiendo cartas a los vecinos que por supuesto conoce…
Burano
Burano
Tienda de prendas de encaje de Burano