Hace días os contamos la exposición que montaron unos Caborians de pro con motivo de la Feria Gamelab en Gijón. Una vez terminada, os dejamos hoy una galería con las fantásticas imágenes que pudieron ver allí unos afortunados, presentada por el comisario más Caborian
Tuve la posibilidad de montar una expo, y la monté. Y como suele ocurrir, lo que ocurre se escurre y el devenir conforma extrañas figuras que uno tampoco tuvo nunca intención de montar. Ocurrió, discurrió y escurrió que 6 fotógrafos hicieron en 30 días 8 fotos sobre el tema genérico de «los videojuegos».
Y esto escurrió…Natividad Martínez Ribera (Nati) conformó una consistente muestra de fotos que secuestraban elementos cotidianos para fines para los que nunca fueron concebidos. Como hace normalmente, pervierte su función original otorgándoles una representación nueva , estética, equilibrada y habitualmente …cuadrada.
Carlos Glera (Stone) reinterpreta el entorno urbano para sorprendernos con una segunda lectura que parece que fue dibujada con tiralíneas, y para más perplejidad representa a la perfección un reconocido clásico de los susodichos videojuegos.
Isabel Tallos utiliza el clásico Lemmings para encerrarnos en los limpios espacios impersonales a través de sus personajes que deambulan, inexpresivos y ausentes, por curiosos laberintos verticales de imposible retorno e imparable devenir que tanto me recuerdan el día a día de lo cotidiano.
Manuel Vicario (Mr.Vicarius) que dibuja e ilustra utilizando la sintaxis narrativa de las historias viñeteadas como si Alberto Breccia, Hugo Prat o Will Eisner hubiesen tenido accesible la tecnología digital.
Un Pedro Montesino que parapetado en su cortesía personal y sobrecorreción fotográfica , trasgrede y perturba los iconos tradicionales para reconvertirlos en artefactos explosivos de terrorismo fotográfico.
Luis Fano (Buenagana) que reutiliza los personajes y entornos de su contexto cercano como pretexto para pintar a brochazos de color cuadros de gamas cromáticas de impecable composición y sublime plástica.
Todo se compuso solo al ritmo de una música transnocturna y quizás un poco etílica, pero acompasada y melódica. Y así dejar bellas imágenes que hablen de un tiempo que ya pasó, y que nunca volverá a existir, pero, como el eco, prolongará su vitalidad a través del formato digital. Momentos que si bien no evitarán su olvido, lo esquivarán una insignificante pero entrañable prórroga de tiempo.
Gonzo Suárez (sufinegro)
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por wiggin