Voy a referirle un hecho totalmente verídico, aunque a la par resulte patético.
Cierto día, estaba solazándome en la campiña inglesa mientras uno de mis lacayos procesaba las fotografías que había realizado durante una expedición a la Antárdida con Lord Pakete.
Cuál no sería mi sorpresa cuando al observar su modus operandi me di cuenta de que había tomado al revés ese curioso lapicillo que poseen las tabletas digitalizadoras, de modo que no podía acceder a ninguna herramienta del Photoshop.
Huelga decir que fue inmediatamente azotado por su negligencia, y posteriormente arrojado a las fieras.
Quizá usted, señor mío, haya cometido tan fatal error en su propio equipo, y esté lamentándose por algo de tan sencilla y anecdótica solución.
Atentamente, Sir Puto.