Estos días he podido visitar algunos lagos de alta montaña. Y, sí; el viento tiende a detenerse al amanecer para invertir su sentido. La mala noticia es que lo hace a distinta hora en cada rincón y que la morfología del terreno puede mucho más que la corriente general. Así, he podido contemplar cómo un ibón estaba permanentemente rizado y unas charcas muy próximas parecían espejos. Y , según iba ascendiendo monte arriba, el viento provenía de cualquier orientación... menos de la previsible.
De lo que estoy seguro es de que no vas a encontrar una solución en la tecnología. Lo mejor el antiguo barómetro de rabo de vaca: si está mojado, es que llueve; si se mueve, hace viento...