Si hablamos de ibones o lagos de montaña, tiene cierto sentido que al amanecer o atardecer se pare el viento: existe lo que se denomina brisa de ladera, equivalente a la corriente que sopla tierra adentro desde el mar (más estable que la costa en cuanto a temperatura). Cuando el sol calienta las cubres y el valle permanece en sobra, con aire más frío, se crea una corriente ascendente que, por la tarde, tiende a invertirse. Sin embargo, precisamente en zonas de montaña, los vientos locales tienen siempre características propias, hasta cierto punto imprevisibles. Lo mejor, sin duda, informarse con los indígenas.