Me temo, Sr. Martinete, que no hay en Caborian lugar apropiado para la publicidad de sus actividades profesionales o pseudoprofesionales.
Solo algunos pocos y muy exclusivos bufés con cartas tan exquisitas como incomprensiblemente ilegales pueden enturbiar mi sueño con sus excitantes anuncios. Y no es el caso.
Atentamente,
H.L.