A lo mejor por el hecho de que mi trabajo era precisamente en un departamento de pre-impresión de una imprenta, pequeña pero con dos máquinas de cuatro colores y con muchos trabajos de pintores (posiblemente los clientes más quisquillosos que hay) me tenéis que permitir que os comente una cosa.
Normalmente NADIE se preocupaba ni de darnos la formación necesaria, ni de controlar los procesos de producción. Y quizás por vocación o por vete tu a saber por que, éramos los que estábamos en este departamento que nos teníamos que buscar las "castañas". Eso no ocurre, me consta, en imprentas como Otzarreta, y cito a esta porque es en la que trabaja lur, en la que hay verdaderos especialistas en estos procesos de pre-impresión. En mi trabajo era un milagro el que saliera la cosa bien, entre otras cosas porque hay muchos parámetros que condicionan el proceso.
En primer lugar la imagen debía salir del ordenador debidamente convertida, pero ojo, lejos de lo que se está hablando en este post este no era el único punto conflictivo del proceso. Hace unos años, cuando el CTP (Computer to Plate - Del ordenador a la Plancha) aún no estaba más que en sus primeros pasos, se sacaban los fotolitos. Y aquí empezaba el primer problema, ya que los líquidos (revelador y fijador) debían mantener no sólo la temperatura ideal sino que además no podían tener un excesivo uso. En pocas palabras, que los fotolitos que salían habiendo usado líquidos recién puestos eran mejores que los fotolitos que se procesaban con líquidos de varios días, y os aseguro que la diferencia en la opacidad del punto era en algunos casos muy crítica.
Tampoco hay que olvidar que el siguiente paso era insolar las planchas, una para cada color, y que de la misma manera que los líquidos, también podían influir en que las planchas tuvieran las calidad óptima no sólo la calidad de la propia plancha, sino la calidad de la propia insoladora y el buen estado de su lámpara, sin olvidarnos que estas insoladoras disponen de diferentes programas de insolación adecuados para cada tipo de trabajo.
Y si esto no fuera suficiente, pues la máquina de imprimir vuelve a jugar un papel importantísimo, ya que no es lo mismo imprimir con una Sakurai de cuatro colores o con una Heidelberg Speedmaster de 6 colores. Y de las tintas ya ni hablamos.
En pocas palabras, conseguir que una impresión salga como la foto que hemos visto en el ordenador es prácticamente imposible. Vamos, ¡UN MILAGRO!
Vaya tostón.
Koldo