Un problema de las cámaras digitales es que tienen menos latitud que las analógicas. Es decir, hay menos diafragmas de diferencia entre las zonas más oscuras con detalle (antes de que sean negras) y las zonas más claras con detalle (antes de que sean blancas)... o dicho de otra manera, a todos nos ha pasado que que una foto nos ha salido con las sombras demasiado oscuras pero, a la vez, las luces salen demasiado claras. Por tanto, eso no lo hubiésemos podido solucionar ni sobreexponiendo (hubiésemos empeorado todavía más las luces) ni subexponiendo (hubiésemos empeorado todavía más las sombras)
Algo similar ocurría con las diapositivas, que también tenían menos latitud que la película.
En cualquier caso, incluso con película, la latitud de una cámara siempre es mucho menor que la que puede ver el ojo humano. Por eso, escenas que a la vista las vemos atractivas, al fotografiarlas quedan con un contraste excesivo entre las luces y las sombras.
Para evitarlo, intentamos huir de las luces excesivamente duras como la luz de mediodía y buscamos zonas con sombra o días nublados o horas más propicias o usamos soluciones que tienen sus limitaciones como el flash de relleno.
Si todo eso falla, siempre queda el último recurso: Photoshop