El rectángulo roto
Cuando fotografiamos decidimos, de una forma u otra, qué elementos van a entrar a formar parte de ese espacio rectangular, su disposición y orden componen, casi siempre, espacios y formas que por arte de magia se convierten en sugerentes mundos y gentes en nuestra cabeza. Este acto requiere, de forma indisoluble, la disposición de ese inventario de imágenes en una forma rectangular: la ordenación. La llamada composición, como si de una sinfonía se tratase, refragmenta ese rectángulo en partes que, a su vez, crean espacios.
Los buenos fotógrafos componen imágenes en un orden evidente, los que han sido tocados por el extraño talento destierran esa evidencia y aparente orden y, sin embargo, sus fotografías manifiestan un equilibrio bello, casi áureo y de imposible reproducción.
Las fotos de Luis están claramente contagiadas de ese virus virtuoso que separa a los únicos de los buenos.
Hay miradas, acciones inacabadas, entornos culminados por personajes intensos… sin embargo, lo mágico no reside en lo descriptivo, ni tan siquiera en lo sugerente, lo poderoso de esas imágenes es el extraño pero preciso bello orden con que han sido compuestas.
Sus fotos abandonan en una segunda lectura la aparente sencillez y desvelan enseguida el rico y abundante mundo de espacios y volúmenes.
Los buenos ordenan lo posible,
los mejores… lo imposible.
Texto por Gonzo Suárez | Acceso a la galería