Exposición perfecta.
¿Y cómo calculamos la exposición ideal?. En estos casos es bastante difícil dar una norma ya que estamos partiendo de fotografías en las que existe un alto grado de contaminación lumínica y también, probablemente, focos emisores de luz. Esto quiere decir que las condiciones de una imagen en concreto no son reproducibles y por tanto debemos afrontar cada situación partiendo de cero. Si podemos estar en la localización a medida que el sol se va ocultando no resulta demasiado complejo ir adaptando los tiempos de exposición a la situación cambiante más o menos a ojo (evidentemente, usando un disparador y poniendo la cámara en modo bulb). Al principio, el nivel de luz será aceptable y podremos hacer exposiciones de treinta o cuarenta segundos que nos permitirán comprobar el aspecto general que va presentando nuestra imagen. Posteriormente, debemos ir alargando estos tiempos de exposición según lo requieran las circunstancias. Cuando está a punto de caer totalmente la noche es habitual que en un minuto ya perdamos dos o tres diafragmas, algo que debemos tener muy en cuenta. En general, esta toma de fotografías secuencial, desde que hay todavía una «aceptable» luz diurna hasta que ésta se desvanece totalmente garantiza los mejores resultados, ya que al final nos permitirá obtener una colección de imágenes en condiciones diversas de las que podremos optar por la que más nos convenza.
Sin embargo, existe otra forma de afrontar el reto que consiste en esperar a una noche total o parcialmente despejada de luna llena. En estas ocasiones la luna sustituirá al sol como elemento emisor de luz de relleno y su presencia permitirá iluminar toda la escena, surgiendo así una luz ambiental base capaz de complementar en gran medida con las fuentes luminosas artificiales. En este caso procuraremos ir a realizar nuestra fotografía bien entrada la noche. La luna, por su parte, debe iluminar, pero no aparecerá en nuestra imagen, ya que quemaría totalmente la fotografía. Como ahora las condiciones de luz son más o menos constantes podemos calcular la exposición con bastante más comodidad. Un método que a mí me ha dado buenos resultados es subir el ISO de nuestra cámara al máximo, ya sea 1600 o 3200, para después tirar una foto de prueba de unos dos o tres minutos. Luego comprobaremos el histograma de la imagen obtenida y corregiremos la exposición a la alza o a la baja, hasta que la ajustemos de forma más o menos exacta. Posteriormente, todo se resume a bajar la sensibilidad de la cámara al mínimo, ya sea ISO100 o 200, según el modelo, y realizar la corrección oportuna. Así, sabemos que a ISO1600 la cámara es 16 veces más sensible a la luz que a ISO100, de modo que sólo debemos multiplicar el tiempo de exposición por ese factor para obtener la exposición correcta. Hay que tener en cuenta que al hacer esto, sin embargo, sólo estamos asegurando que expondremos nuestra toma correctamente, pero ésta se verá afectada por el factor temporal, es decir, las nubes que es posible que viéramos a ISO1600 se convertirán en borrones y se apreciará claramente el movimiento de las estrellas.