Ejemplos prácticos.
Vamos a repasar un poco algunos ejemplos que nos ayuden a dar sentido a la charla anterior. En ciertas fotos procuraré dar, de memoria, los tiempos de exposición. Son anecdóticos, por lo que comenté antes de la variabilidad en cada toma, pero a modo de curiosidad pueden servir.
En primer lugar, vamos a comprobar la importancia de elegir una hora adecuada para realizar nuestra fotografía. Las siguientes imágenes corresponden a dos fotos consecutivas tomadas a un faro tras el cual se localiza una ciudad y una zona industrial. En el primer caso todavía había «bastante» luz ambiental (entiéndase esto como algo relativo, realmente ya no se veía el entorno con facilidad) y se realizó una exposición de pocos minutos, menos de cinco. Como se observa, la luz muy rojiza de los últimos rayos de sol que llegaban a traves de una capa nubosa tiñó toda la imagen de rosa, dándole un aspecto muy irreal. No se corrigió el balance de blancos para acentuar este efecto. La longitud de la exposición fue suficiente para difuminar el agua y el humo del horizonte, además de permitir ver con claridad el resplandor del faro.
Una vez finalizada la toma superior a estas líneas se disparó la foto que nos ocupa ahora. En este caso el tiempo de exposición fue mucho más largo, superior a veinte minutos. Sin embargo, la luz solar ya no incidía (aunque fuera de rebote) en el primer plano, que ahora carece de detalle. Además, las diferencias lumínicas entre la zona superior e inferior de la imagen son tan grandes que la luz del faro cobra ya demasiada preponderancia y aparece el flareo. Si hubiéramos llegado demasiado tarde sólo podríamos haber obtenido esta última imagen, que no es precisamente la mejor de la serie.
Lo mismo se puede decir de esta otra fotografía, en la que surgen varios pequeños focos de luz puntuales que se ven con mucha claridad. Al cerrar el diafragma hemos logrado transformarlos en estrellas y presentan una apariencia muy agradable, al tiempo que el color azulado del cielo pone el contrapunto perfecto a los naranjas del primer plano. La luz ambiental fue suficiente como para iluminar toda la escena en general, no habiendo pérdida de detalle en ningún punto, sin embargo, ya se nota claramente el efecto de las fuentes luminosas artificiales, que moldean la forma de la estructura a la perfección. Si hubiéramos esperado más tiempo el cielo sería totalmente negro y las áreas no iluminadas por los focos carecerían totalmente de detalle.
La importancia de la hora adecuada, además de la presencia de nubes, puede apreciarse más, si cabe, en la siguiente panorámica compuesta de cuatro fotografías. Es una vista de Gijón y cada foto se tomó realizando exposiciones cercanas a un minuto. Posteriormente, las imágenes se fusionaron y se corrigieron ligeramente las zonas de unión entre nubes. En este caso el movimiento de los cúmulos nubosos imprime mucha plasticidad a la imagen y si no estuvieran presentes la fotografía perdería gran parte de su espectacularidad. El cielo azul, al igual que en las tomas anteriores, se presenta como fundamental para complementar los tonos más amarillos de la urbe y también de las nubes, que los reflejan.
Sin embargo, y como comentábamos, también es posible hacer fotos nocturnas bien entrada la noche. Debemos asegurar que en estos casos va a existir siempre una fuente de luz secundaria, además de la principal que será el motivo de atención en nuestra toma, para que toda nuestra escena pueda ser representada correctamente. La luz secundaria puede provenir de la luna, como dijimos antes, o bien ser obra del ser humano.
En esta imagen, por ejemplo, se contó con la luna para dar volumen y textura a la columna de humo emitida por la chimenea. A pesar de la densa humareda se puede observar que la zona más iluminada se quemó bastante y que en las partes inferiores de la fábrica no existe mucho detalle. A pesar de esto, la foto se salva por ser perfectamente reconocible el perfil de las instalaciones que constituyen la factoría. Fue suficiente realizar una exposición de menos de un minuto para registrar la escena. No cabe duda que hubiera tenido bastante más calidad si el sol aún iluminara ligeramente, pero en ese caso no dispondríamos nuestro satélite, que también aporta espectacularidad.
De la misma forma, la luz de la luna permitió iluminar las partes en sombra de este faro al tiempo que la contaminación lumínica provocada por la ciudad y el área industrial situados a unos quince kilómetros tiñeron el cielo de naranja. Esto sólo es posible si existe una relativa capa de nubes, ya que de otra forma el cielo resultaría totalmente negro (las estrellas, a diafragma cerrado y con semejante cantidad de luz parásita se verían a duras penas).
En esta otra toma se reproducen condiciones de iluminación muy parecidas. La atmósfera, muy cargada, actúa como reflector natural y reverbera por sí misma, gracias a la fuerte luz ambiental que proviene de la contaminación lumínica. La luz de la luna, sin embargo, es suficiente para iluminar los planos más cercanos, que se ven totalmente azules.
Hay que aclarar que estas dos últimas fotografías corresponden a exposiciones muy largas, de prácticamente media hora. Así que a pesar de verlas con unos tonos tan llamativos, a simple vista el entorno estaba totalmente negro (no eran noches de luna llena). Por tanto, es muy recomendable conocer bien la localización de las fuentes de luz ambientales cercanas (en un radio de unos diez o quince kilómetros o incluso más si es una gran ciudad) para intuir donde surgirán las áreas de luminosas en nuestras imágenes finales y utilizar esta información con fines compositivos, ya que es probable que a simple vista no las veamos.
Donde mejor se observa el efecto de la luz reflejada por la luna llena en una noche parcialmente despejada es en la siguiente imagen, tomada por David en las cercanías de Gijón. Se puede apreciar sin ninguna dificultad como ciertas áreas del cielo y partes no afectadas por la contaminación lumínica resultan totalmente visibles, siendo el efecto similar al obtenido cuando todavía quedan algunos rayos residuales de sol (aunque la calidad es ligeramente distinta, ni mejor, ni peor).