Merece también especial atención la fotografía post mortem de los personajes religiosos. En general, se los mostraba sentados o postrados, sin ocultar su fallecimiento, pero casi siempre con crucifijos o instrumentos similares en las manos y situados en lugares importantes para ellos. Cuando la personalidad era muy notoria se tendía a sentarla en la silla que había ocupado a lo largo de su mandato, a fin de que quedara constancia de su cargo.
Sin embargo, a medida que la fotografía post mortem se popularizó más y más también pasó a ser cada vez menos variada. Los cuerpos comenzaron a fotografiarse en los momentos previos a su depósito en el ataud, durante los velatorios o funerales, y el proceso se convirtió en algo bastante rutinario hasta los años 30 del siglo XX.
Por ejemplo, en la siguiente imagen, mucho más moderna que las anteriores, aparecen tres hermanos, habiendo fallecido el mayor de ellos. En ningún momento se pretende ocultar o disimular el estado físico del niño postrado, que incluso se presenta con una corona de flores. También resulta interesante señalar que, al contrario de hoy, por aquel entonces era tremendamente natural que los niños se enfrentaran a la muerte de un semejante cara a cara, como ilustra la fotografía, cosa que más o menos viene a demostrar que los actuales no deben ser tan traumatizables como quieren darnos a entender, ya que los de estas imágenes fueron perfectamente capaces de reproducirse y tener hijos por sí mismos, algunos de los cuales ni siquiera fueron asesinos en serie.
En esta otra toma el cadáver aparece en posición de reposo, pero no se ha simulado el sueño. Las flores y los complementos (que no existían en las otras fotos) fueron incorporándose a lo largo del tiempo y, en algunos casos, como el que nos ocupa, llegaron incluso robar protagonismo al retratado.
Lo mismo podríamos decir de las siguientes imágenes. En todas ellas abundan los rasgos mortuorios tipo que no dejan lugar a dudas sobre la condición las tomas. En algunas de ellas se han logrado composiciones de gran belleza, aunque predominantemente centrales. También se observa una progresiva mejora en el tratamiento final y las condiciones lumínicas.