A estas alturas de curso en el LAB ya tenemos claro que la luz en una fotografía tiene el poder de darle valor y también el de arruinarla. En otros bloques anteriores hemos tratado las propiedades básicas de la luz y también sus diferentes fuentes de origen.

La intensidad de una fuente de luz, su distancia a la escena y la parte de esta que se refleja, resultan en una cierta cantidad que llega a nuestra cámara. A continuación los valores de apertura y diafragma darán como resultado final la luz que dejamos pasar a nuestro medio sensible, fotoquímico o digital. La luz reflejada por la escena, mucha o poca, tiene consecuencias importantes en el rango de aperturas y velocidades que podemos elegir para tomar nuestra imagen: la cantidad de luz necesaria para que el registro que hace el medio sea bueno -ni mucho ni poco- determina lo que llamamos exposición, que dependerá de la sensibilidad de dicho medio en valores ISO.


Las cámaras desde un tiempo a esta parte cuentan con ayudas cada vez más sofisticadas para ayudarnos en este trabajo de determinar la cantidad justa de luz que debemos dejar pasar. Los fotómetros nos ayudan a medir la luz más allá del clásico ‘sunny f:16’ que marcaba una exposición correcta para un día soleado con un diafragma de f:16 y una velocidad igual a la sensibilidad de la película, pero sólo hacen algún tipo de promedio o selección en la escena.

La distribución de luz en una imagen puede estudiarse desde que existe el cuarto oscuro digital con una potente herramienta, el histograma. Y tal como dice en ocasiones Michael Reichmann en su página Luminous Landscape:

-¿realmente debo saber todo esto?
-si, presta atención, es importante.

El histograma no es más que un gráfico que representa la distribución de luz por zonas, desde los tonos más oscuros hasta los claros, un esquema de 256 columnas que representan el número de píxeles de la imagen por cada valor de luminosidad, desde negro (0) a blanco (255). Negro a la izquierda y blanco a la derecha.


Podríamos dividir estas 256 columnas en 5 zonas (o bien en las 9 zonas de Ansel Adams) como puede verse debajo de estas líneas, desde los tonos más oscuros a los más claros, y veremos que proporción de nuestra imagen cae dentro de cada zona.

Es muy importante distinguir claramente el doble uso del histograma. En el momento de la toma de la fotografía, el histograma de la cámara nos ayudará a tomar una exposición correcta más allá de lo que indica el fotómetro. Los parámetros de la cámara deben ajustarse de modo que el histograma que nos muestra esté lo más ajustado posible a la derecha, a los tonos claros, pero sin llegar a sobrepasarlos. Sin entrar en detalles técnicos que no son objeto del LAB, esto garantiza la mayor calidad de imagen posible.

Pero si bien técnicamente existe siempre un modo de realizar una exposición correcta, nuestra decisión creativa para el resultado final puede elegirse con más libertad. Exponer bien con la llegada de la fotografía digital supone separar las decisiones que se toman en el momento de hacer la fotografía -fundamentalmente técnicas- de las que se toman en su procesado posterior -con más margen a la creatividad-, al contrario del trabajo con diapositivas en que deben tomarse ambas decisiones en un mismo momento.


Es por eso que no es el histograma de la cámara el que nos interesa ahora, sino el que corresponde a la imagen final que será mostrada en una pantalla o en un papel, una vez que ha sido tratada. Modificar de manera global la intensidad de luz de una imagen tomada se puede hacer de manera sencilla y precisa, permitiéndonos controlar este recurso y las consecuencias que tiene sobre la imagen.

Las diferentes herramientas para procesar la imagen producen como resultado final una distribución de tonos en forma de histograma que no tiene porqué ser la misma que en el momento de la toma. El resultado que se mostrará en papel u otro medio puede representar nuestra intención de reflejar fielmente la luminosidad percibida por el ojo humano en la escena que vimos o bien cualquier otro propósito creativo.

En la práctica, para entender lo que estamos viendo, basta con saber que si el histograma se amontona hacia la izquierda en la fotografía predominan los tonos más oscuros, y si lo hacen a la derecha predominan los tonos claros. En los siguientes temas de este bloque veremos que del histograma podemos sacar más información útil. Pero esto no es más que una herramienta de trabajo. El hecho de que el histograma esté desplazado a un extremo u otro sólo es una decisión creativa y como tal tiene consecuencias en lo que transmite nuestra fotografía cuando es mostrada al espectador. Existen herramientas para ver el histograma de cualquier imagen publicada en la web desde un navegador que nos permiten analizar imágenes propias o ajenas para aprender.

Una imagen oscura de una tormenta puede transmitir una sensación de miedo, un velo de neblina puede sugerir un ambiente que pase de íntimo a misterioso con una pequeña variación en el brillo, y la luz intensa de un día soleado nos transmite sensaciones positivas y energía vital si conseguimos representarla fielmente en nuestra imagen final. La información que transmitimos -o bien ocultamos en una sombra-, la atmósfera de la escena y la capacidad de comunicación de una imagen dependen en gran manera del brillo de la imagen representado en el histograma.

(parte del texto y las imágenes de los histogramas has sido adaptados de un tutorial de dcabezas en nuestro foro)

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Texto: wiggin | Fotografías: Nosha, Jaime Mu, Russell Price, El Carles, Karlos, Don Mammut, Sufinegro (1 y 2)